El Mburucuyá: planta de nombre autóctono del Uruguay

En el día de hoy te contamos acerca de la planta de Mburucuyá. Conoceremos más acerca de esta enredadera que si bien no solo se encuentra aquí, su nombre si es autóctono, denominada por nuestros indígenas regionales. Planta un tanto no tan deseada, ya que es un poco invasiva.

¿Dónde encontramos la planta de Mburucuyá?

Su fruto lleva el mismo nombre que la planta, además de llamarse de otras formas, como pasionaria azul, flor de la pasión, o simplemente pasionaria. Según en dónde nos la encontremos, ya sea en el Caribe o en Sudamérica. Claro que la planta no es la misma en climas cálidos, o más bien se comporta diferente. Dado que aquí al aparecer las primeras heladas y fríos, el Mburucuyá se seca y si cayeron sus semillas en la tierra, tocará esperar al tiempo bueno para volver a verla crecer. Situación que no ocurre donde el clima es cálido todo el año, en esos lados la planta se mantiene inalterada todo el año. Volviendo a Uruguay, aquí es un “yuyito” silvestre. Con su característico tallo fino y sus “pequeñas manitos” que se aferran de la vegetación lindera, o de algún vestigio que haya dejado el hombre, como un oxidado tejido de alambre.

Quizás tenga algunas controversias a su alrededor

Tal vez no posea buena reputación porque si frotamos su tallo u hojas con las manos, un olor desagradable nos quedará en las mismas. Por otra parte, las “manitos” que posee en su tallo, lejos están de hacer honor a esta metáfora de cuento de hadas. Porque más que “manos”, son “garras” que se aferran a todo lo que tienen al lado, y si se prenden de una otra planta, tienen la capacidad de “asfixiar” a la planta involucrada, succionando su savia. Además, es poseedora de una gran fuerza, volviéndola difícil de retirar de donde se ha agarrado. Pero hay algo que es valioso ante todas estas desventajas, y es que dan una hermosa flor azul. Luego de producir estas flores, nos encontraremos con una especie de huevos verde claro, luego de la floración. Después de un tiempo, cada vez crecerán más y tomarán un color anaranjado.

Peculiares flores, y un fruto que también se llama Mburucuyá

Pero lo bueno no es la flor, aunque si es bonita de ver. La cereza de la torta, o más bien el Mburucuyá de la torta, es ese fruto que produce. Una vez maduro es poco carnoso, y casi hueco. Pero su sabor es increíble para tratarse de una planta silvestre. Es bien dulce, y realmente da gusto encontrarse con un pequeño fruto de estos en nuestro jardín, o si lo encontramos por ahí. Claro, debe ser verano, y debemos tener suerte de que no lo haya visto un benteveo. El típico pajarito de pecho amarillo pico largo y una especie de antifaz en su cara. Porque su alimento preferido son las frutas, además de los insectos, y si ven uno de estos frutos maduros, es muy probable que sea su almuerzo. Y si después de esto aún no les convence su fruto, las hojas tal vez lo harán.

También tiene propiedades medicinales

Cierto es que todo tiene un por qué y todo se aprovecha. Y no podía ser menos las hojas del Mburucuyá, infusionadas en agua caliente, para preparar un té, aportan grandes propiedades al organismo. Son indicadas en el tratamiento de la ansiedad, insomnio, taquicardia, palpitaciones o inclusive en el tratamiento de la tos nerviosa. Seguramente los remedios naturales hoy por hoy están mucho más que hace unos años en auge. Por algo nuestros antepasados confiaban tanto en ellos, más allá de que en otras épocas no había los adelantos científicos y medicinales que hoy en día tenemos.