Vivimos en un mundo que, afortunadamente, persigue constantemente un ideal de igualdad entre las personas y de acceso a las oportunidades. Un mundo que, constantemente, se cuestiona, con la complicidad de las nuevas generaciones, ideas y estructuras sociales que reinaron durante décadas (o incluso siglos). Sin embargo, este es y fue un proceso gradual de apertura al cambio. Aunque ahora nos parecería francamente incomprensible, hace menos de cien años atrás las mujeres no podían expresar sus preferencias políticas en las urnas, en la mayoría de los países del mundo. En nuestro país, el sufragio femenino se permitió desde el año 1927, lo que nos convirtió en el primer país sudamericano (y por tanto pionero) en la promoción y defensa de los derechos cívicos de las mujeres.
Contexto histórico
La idea de la emancipación femenina (también a nivel político) no era algo que, en el año 1927, estaba recién naciendo. Alrededor del mundo ya existían protestas, organizaciones y esfuerzos colectivos en pos del ejercicio práctico de derechos que no habían sido reconocidos. El sufragio ya era una realidad para las mujeres en países como Nueva Zelanda, Australia, Finlandia, Alemania y Estados Unidos. Sin embargo, en América Latina ningún país había dado ese para fundamental para la mitad de la población y, en definitiva, para la democracia. Este se dio el día 3 de julio de 1927, en Cerro Chato, y fue protagonizado por Rita Ribera, una mujer afrodescendiente de noventa años y nacionalidad brasileña. Rita se convirtió en la primera mujer latinoamericana en votar, al participar de los comicios celebrados en su localidad.
El plebiscito
La ocasión que reunió a las mujeres de Cerro Chato (y en general, a todos sus habitantes habilitados para votar) fue un plebiscito. El mismo había sido decidido por Luis Alberto de Herrera con carácter consultivo para que el pueblo decidiera a qué departamento pertenecer. Se debía decidir una jurisdicción entre Durazno, Florida y Trenta y Tres, ya que la posición del pueblo era problemática. En los comicios participaron más de 300 personas, de las cuales más de cien eran mujeres. El plebiscito no fue definitivo ya que Cerro Chato continúa teniendo una naturaleza geográfica y administrativa ambigua, pero fue, en cambio, un paso decidido de un país hacia nuevas libertades políticas para un importante sector de su población.
El después
Aunque esa constituyó la primera vez que las mujeres pudieron votar en Uruguay, en nuestro país el sufragio femenino se consintió once años después, en el año 1938, en oportunidad de las elecciones nacionales. Desde entonces, la férrea democracia uruguaya protegió aquel derecho conquistado por las mujeres. Uruguay se anticipó de esa forma a las Naciones Unidas y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 21 establece que toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o a través de los representantes escogidos. Un artículo que, como se desprende claramente del texto, no hace alusiones a diferencias de ningún tipo, tampoco de sexo.
“Viví el Uruguay profundo, donde las mujeres acuñaron la historia”
En el año 2016 se inauguró un museo en la vivienda de Cerro Chato donde las mujeres votaron por primera vez en Sudamérica. Fue una idea de los vecinos del lugar revalorizar este inmueble para que la ciudadanía recuerde aquel importante paso para nuestra democracia. El centro de visitantes permite recordar a las mujeres que, con la fuerza de sus ideales, participaron de aquella época histórica. A ellas les debemos, en definitiva, los derechos que gozamos hoy.
